miércoles, 12 de septiembre de 2012

El desacuerdo como potenciador creativo

 

La mayoría de la gente instintivamente intenta evitar el conflicto, pero como Margaret Heffernan nos muestra, el "buen" desacuerdo es fundamental para el progreso. Ella ilustra (a veces contraintuitivamente) cómo los mejores socios no son  las"cámaras de eco" y cómo los grandes equipos de investigación, relaciones y empresas permiten a la gente estar en desacuerdo profundamente.

Partiendo de lo que Heffernan expone, me parece que el tema del desacuerdo "constructivo" resulta fundamental para el desarrollo del proceso creativo. Si bien hay miles de libros y técnicas como el "brainstorming", que propugnan por el desacuerdo, la divergencia de opiniones y los debates enriquecedores, suele suceder que estas teorías fallan a la hora de ser puestas en práctica, básicamente debido a un factor (una variable, si queremos ser más técnicos) imposible de soslayar: el ser humano.

Y cuando hablamos de seres humanos en medio de un proceso creativo, también entran en juego las relaciones de poder propias de toda interacción social. Como los publicitarios bien sabemos, no es lo mismo participar de un brainstorming con otro creativo, que con tu jefe o el cliente mismo. Por lo general, cuando hay una diferencia marcada de poderes, ya sean fácticos y/o emocionales, la tendencia al desacuerdo (siempre hablada en términos constructivos) tiende a disminuir naturalmente.

Resulta raro que una idea o "punta" propuesta por una persona con más poder que uno sea dejada de lado en primera instancia, ya que las críticas (si las hay) tienden a ser más benevolentes, ya sea por miedo a crear una imagen negativa en los interlocutores o por una cuestión de quedar bien frente a ellos. Por otro lado, muchos tienden a creer que su poca o nula participación en el proceso creativo los eximirá de una culpa futura si la idea fracasa o no cumple con las expectativas. El "lo pensé, pero no lo dije" resulta familiar en esas ocasiones.

El peligro reside en que esas ideas, especialmente aquellas demasiado vagas, incompletas o alejadas de las reales necesidades; tienden a seguir su camino hacia la concreción sin voces u opiniones que aporten otro tipo de mirada sobre el tema, ya sea para enriquecerla o para mostrar su inviabilidad.

Es por eso que muchas veces vemos concretadas ideas que abundan en puntos débiles, que son incompletas o inconsistentes y no logran alcanzar los objetivos propuestos. Y ahí es donde empieza la "caza de brujas", buscando culpables o responsables, cuando muchas veces es el proceso mismo el verdadero causante del fracaso. Pero claro, como en todo proceso, puede tornarse difícil identificar la/s causa/s detrás de la falla, y más cuando la cantidad de variables en juego ascienden a un número considerable.

Debido a esto creo que es recalcable el hecho de empezar a considerar el "desacuerdo constructivo" como una herramienta fundamental a la hora de potenciar el proceso creativo. Me parece que los "contra" tienen mucho más potencial que los "pro", ya que estimulan nuestro pensamiento. Cuando decís o creés que algo está "bien" o "perfecto", tu cerebro descansa en la conformidad, pero cuando empezás a distinguir las imperfecciones es ahí donde las neuronas se activan, estimuladas por la búsqueda de nuevas soluciones o mejoras.

La perfección reconforta, la imperfección estimula.
Sólo hay que perderle el miedo al desacuerdo, y usarlo a favor nuestro.