viernes, 6 de junio de 2014

El Hombre que Asustaba Trainees (Última Parte, Capítulo 2)



Después de 3 meses laburando juntos, podríamos decir que Mariano y Lucila hacían un buen equipo. Se entendían a la perfección y trabajaban como un máquina bien aceitada. El proceso era muy sencillo: Mariano recibía los briefs, se los forwardeaba a Lucila y ella hacía todo.

Y cuando digo "todo" me refiero a eso mismo: desde la conceptualización hasta la implementación final de la idea, pasando por los cambios del cliente, las correcciones de texto, los pedidos de delivery en las noches de clavada, la falsificación de vouchers de taxi y el hurto de papel higiénico perfumado del baño privado del CEO.

Podríamos decir que la relación senior-trainee fluía naturalmente, con uno dando las órdenes y reenviando todos los mails, y la otra cumpliendo diligentemente con sus tareas. Todos pensaríamos que una relación laboral de esta naturaleza acabaría por desmoronar física y psicológicamente a cualquier trainee (de hecho, ya había sucedido las últimas 27 veces), pero Lucila se sentía cada vez mejor en su posición. No me refiero a la de trainee multitareas, sino a su posición física, justo enfrente de Mariano.

Desde que se entrevistó por primera vez con él, ella notó algo en Mariano que nunca había visto antes en un hombre, y mucho menos en un creativo publicitario: su avasallante sinceridad. A Mariano no le importaba quién estuviera delante suyo, una trainee recién iniciada o el Deputy Worldwide Chief Creative Officer de una agencia multinacional (Nota del autor: este puesto realmente existe), él siempre arrojaba todos sus pensamientos y sentires sin tener miedo a las consecuencias. Así fue cómo consiguió escalar en su carrera publicitaria, y también caerse antes de llegar a la cima, cosas que pasan.

Asimismo, esta frontalidad exacerbante también le trajo sinsabores en su vida personal, espantando a todo tipo de personas interesadas en trabar una relación amorosa, de amistad o una pelota dividida con él. Esto trajo como consecuencia que Mariano se encerrara cada vez más en sí mismo, y de vez en cuando en el baño del CEO, para aliviar su soledad.

Probablemente, este ostracismo sentimental era la principal razón por la cual Mariano se acostumbró a maltratar a tantos trainees, haciendo sus vidas mucho más miserables de lo que ya eran por haber elegido la "carrera" de Publicidad o, en el peor de los casos, de "Creatividad Publicitaria" (N. del A.: tomar las comillas como la expresión gráfica de una ácida ironía). Es muy probable que Mariano descargara con ellos no sólo los últimos capítulos de Breaking Bad, sino también sus frustraciones personales, esas que le impedían llevar adelante una vida social y sentimental fructífera, llena de planes para ir a la cancha, salir a cenar, ir al cine o a un telo. Todo pagado siempre "miti-miti", por supuesto.

Es así como en los últimos años esos planes para vivir una vida "normal" se convirtieron en proyectos para alienar a sus subordinados, llevándolos a experimentar, a través del trabajo metódico, cruel, humillante y falto de inspiración; toda esa desolación y abulia que Mariano venía arrastrando en su propio ser desde hace un largo tiempo.

Sin embargo, con Lucila le pasaba algo diferente, un "nosequéperomegusta", una sensación difícil de expresar con palabras, pero que en números sería algo así como:

L = 8 + .5Y - .2P + .9Hm + .3Mf + J - .3G - .5(Sm - Sf)2 + I + 1.5C, donde:

L: Duración prevista de la relación, en años.
Y: Número de años que llevan conociéndose los dos miembros de la pareja antes de iniciar una relación seria.
P: Número de parejas anteriores que suman las dos personas.
Hm: Importancia que el hombre atribuye a la honestidad en la relación.
Mf: Importancia que la mujer atribuye al dinero en la relación.
J: Importancia que ambos atribuyen al sentido del humor (en suma).
G: Importancia que ambos atribuyen a la apariencia física (en suma).
Sm y Sf = Importancia que el hombre (m) y la mujer (f) atribuyen al sexo.
I = Importancia atribuida a tener buenas relaciones con los familiares (en suma).
C = Importancia que se atribuye a tener niños (en suma).

(Fuente: http://actualidad.rt.com/sociedad/view/122833-matematicos-descubrimiento-formula-amor)

Después de varios meses trabajando codo a codo (y esto lo digo de manera literal, ya que el escritorio era tan pequeño que era inevitable molestarse con los brazos), Mariano sintió que sus ganas de volcar sus frustraciones en la trainee iban disminuyendo día tras día, hasta desaparecer por completo un domingo a la tarde mientras estaba viendo una maratón de películas de Porcel y Olmedo en su casa, mientras Lucila terminaba una presentación para una reconocida marca de agua carbonatada con jarabe de maíz de alta fructosa (JMAF), colorantes, acidulantes, ciclamato y W40. En la agencia, por supuesto.

En ese instante pensó en llamarla, pero prefirió esperar a que terminara "Rambito y Rambón", porque tal vez se le pasaban las ganas. Pero no. Mientras leía en los créditos nombres como los de Adriana Salgueiro, Cris Morena o Nelly Beltrán, agarró el celular y le hizo una "llamada perdida", ya que le quedaba poco crédito y pensaba que ella tenía un plan con abono fijo, minutos libres y backtones de Onda Vaga gratis. A los pocos segundos, recibió una llamada de Lucila. Era otra "llamada perdida". Se ve que ella también tenía un plan prepago al que le podés cargar $5000 pero que a los 30 días se te "vencen".

Decidió hablar con ella al otro día en persona. Y de paso, ahorrarse el costo de la llamada.

Ese martes (Mariano se olvidó que justo el lunes había un nuevo "feriado puente", el vigésimo séptimo del año), la esperó durante toda la mañana, pero Lucila no apareció. Mariano comenzó a preocuparse, no porque le urgiera hablar con ella sobre sus sentimientos, sino porque había que entregar "una campaña de banners estáticos interactivos a dos colores" (cliente dixit) esa misma tarde.

Aguardó hasta bien entrada la tarde y, al darse cuenta de que Lucila no iba a ir ese día a trabajar, pensó lo peor:

- Tal vez no vuelva nunca más. - se dijo para sus adentros. Quizás una agencita digital medio pelo le ofreció una luca de sueldo y se fue para siempre de acá. Justo cuando iba a negociarle que le paguen aunque sea la mitad de los vouchers de taxi.

Temeroso, entró a la oficina de su jefe (la única del piso cuyo teléfono tenía salida a celulares) y la llamó. Después de 4 tonos de llamada, Lucila atendió. Por su voz, parecía que recién acababa de terminar de llorar... o de picar cebolla para hacer pesto.

- Hola, ¿quién habla? - dijo ella, de manera entrecortada y dudosa.
- Hola... soy Mariano. - respondió él, un poco inseguro.
- ¿Qué Mariano? - preguntó, extrañada.
- Agarramela... - casi metía la pata, una vez más. - ... tu compañero de laburo. - corrigió.
- Ah... vos. - respondió Lucila, un poco desencantada.
- Sí, quería saber por qué no viniste hoy. ¿Renunciaste? - inquirió, preocupado.
- No, es que como laburé el finde y el feriado, le pedí a José si podía tomarme el día. - respondió, desganada.
- Está bien. Por un momento me preocupé. - dijo Mariano, tímido.
- ¿Por? ¿Porque pensaste que no me ibas a ver más? - de repente, la voz de Lucila denotaba un dejo de ilusión.
- Eh... bueno... no es tan así. Es que... teníamos que entregar la campaña esta de banners... - Mariano se tropezaba con una piedra gramatical detrás de otra.
- Mariano... ¿estás enamorado de mí?


La frontalidad de Lucila, al contrario de la de nuestro protagonista, nunca había asomado de esta forma. Mariano se quedó mudo por unos segundos, 143 para ser más precisos. Por primera vez en su carrera una trainee lo estaba asustando a él. En cuanto pudo recuperar el aire (ya se estaba poniendo morado), replicó, intentado demostrar una incierta seguridad.

- Lucila, esto parece una película romántica de las que presenta Virginia Lago. ¿A vos te parece que yo puedo enamorarme de una persona como vos, tan tímida, introvertida, sumisa, apacible, divertida, alegre, inverosímil, inteligente, suspicaz e increíblemente bella? ¿Estás en pedo? - retrucó Mariano, fingiendo una indignación que nadie compraría jamás, ni aunque le devuelvan el 100% del valor en Jumbo checks.
- Sos muy dulce Marian... - respondió ella con cierta timidez. - Sabés... a mí también me pasan cosas con vos. No sé muy bien cómo explicarlas... son como esos briefs que nos pasan para esa crema contra la menopausia... ¿viste? - dijo, riendo.
- Sí, son inentendibles... pero siempre le encontramos la vuelta ¿no? - respondió Mariano, con la voz más suave de lo habitual
- Sí...
- ¿Y vos creés que le podemos encontrar la vuelta a esto que nos pasa?
- No sé, es como que nuestro día a día nos aleja... pero de noche me siento muy cerca de vos.
- Me pasa algo parecido... es como que el mundo publicitario nos emboba, nos quita la inspiración...
- Y terminamos teniendo diálogos románticos tan trillados como este.
- Exacto.


Siguieron coqueteando un rato más, arrojándose frases típicas de dos histéricos e inadaptados sociales que se van enamorando lenta e inevitablemente. Prometieron verse al otro día, pero no en la agencia. Necesitaban un lugar especialmente acondicionado para sellar su pacto de amor. Eligieron un telo en la avenida Córdoba, con amplio estacionamiento y habitaciones temáticas.

Luego de pasarse toda la mañana descubriéndose debajo de las sábanas de la habitación "Piñón Fijo y Cabrito", Mariano tomó coraje como nunca antes había hecho con nadie y le dijo a Lucila:

- Por primera vez en mi vida, estoy asustado. - dijo, mirándola fijamente a los ojos.
- ¿Qué es lo que te asusta? - preguntó a ella, preocupada.
- Un trainee... una trainee... la más increíble de todas. Nunca pensé que terminarías siendo lo que hoy sos para mí... - replicó, tomándole la mano.
- Ay, gracias Mariano, sos un amor.
- En serio, cuando vi tu carpeta llena de buenas puntas, pero horribles ejecuciones, nunca pensé que durarías más de una semana en la agencia.
- Bueno, pero al final lo hice ¿no? - respondió Lucila, sonriendo.
- La idea era que yo te asustara y vos te fueras, llorando en lo posible. Y sin reclamar los vales de almuerzo.
- Pero al final, el que asustó fuiste vos...
- Sí, pero ya se me está pasando...


Se quedaron amándose toda la tarde, bajo la atenta mirada de una estatua de cera del payaso cordobés.

Mariano recordó que ese día tenía que presentar un pitch importante.
Pero no le importó.
La cuenta más importante, ya la había ganado.
Ese día, Lucila pagaba el telo.

FIN.