miércoles, 3 de abril de 2013

La imprevisibilidad mata



Si me preguntan hoy cuál es el principal problema del país, diría que seguramente no es ni la inflación, ni la inseguridad, ni el cepo cambiario, ni la corrupción, ni la ausencia del estado.

El principal problema de Argentina en los últimos años es la IMPREVISIBILIDAD.

Y no estoy hablando del hecho de no saber qué pasará de acá a 2/3/5/10 años. Me refiero a no saber con qué te vas a encontrar apenas te despiertes.

No sabés si tu casa va a estar inundada o si va a haber un chorro apuntándote con un revolver para robarte lo poco o mucho que tengas; no sabés si hay medios de transporte para llegar a tu laburo/escuela/hospital, o si hay clases para que tus hijos puedan ser instruidos. Es difícil discernir si ese día te van a prohibir ahorrar en la moneda/especie que quieras, si vas a poder realizar ese viaje que desde hace tanto tenés planeado y por el que tanto te sacrificaste o si te va a alcanzar lo que te queda en la billetera para comprarte un cartón de leche/vino/jugo.

La imprevisibilidad nos obliga a pensar rápido, a usar más el instinto que la razón, a prejuzgar, a creer cualquier mentira que nos digan los políticos/medios/redes sociales. La imprevisibilidad reduce nuestro bien más preciado dentro de una sociedad: la crítica, entendida como análisis exhaustivo e integral de la realidad.

La crítica es la herramienta que nos convierte en ciudadanos políticos responsables, en dueños y decisores de nuestros destinos, tanto a corto como largo plazo. Saber qué es lo que pasa, qué es lo que nos pasa respecto a eso y qué es lo que puede llegar a pasar nos permite tomar las decisiones que creamos más convenientes.

Muchas veces nos equivocaremos, pero al menos tendremos la convicción de que hicimos lo que creíamos mejor. En un país donde reina la imprevisibilidad, esto resulta imposible.

A veces me pregunto si esta falta de visión hacia el futuro cercano y lejano no es una estrategia de la clase política. Tal vez el cambio constante de reglas de juego, la ausencia del estado ante tragedias evitables, las decisiones improvisadas son parte de un plan que ayuda a los políticos a mantenerse en el poder mientras la gente, llena de bronca, angustia y tristeza; se ahoga en su mar de emociones junto con esa razón crítica que nos permitiría a todos salir a flote y darnos cuenta de que no sólo la inflación corroe nuestros ingresos, de que la corrupción alimenta a la pobreza (vaya paradoja), de que la politiquería barata oculta los problemas, de que la inseguridad nos tiene presos o de que el cepo no nos deja salir a conocer el mundo.

Espero que mañana, al despertarnos, sepamos con seguridad al menos una cosa: la imprevisibilidad mata.

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