miércoles, 30 de enero de 2013

El Hombre que asustaba Trainees (2° Parte)



Justo cuando Mariano creía que las cartas ya estaban echadas y su renuncia al microcosmos publicitario era un hecho, Dalia apareció de la nada (literalmente) para chocar su hombro contra la cabeza de nuestro héroe (?) y así darle un giro de 180° no sólo a su carrera laboral sino también a su cuerpo, que por el violento golpe quedó mirando hacia el lado opuesto a la puerta de la oficina de José, su jefe.

Durante todo el día, en vez de trabajar, Mariano se quedó repasando mentalmente todo lo sucedido en esos 5 minutos luego del choque con Dalia: la sorpresa al encontrarse con algo inesperado en medio del paso, el dolor por el golpe en la cabeza, el dolor de las rodillas cuasi artríticas al arrodillarse para levantar la tasa, las poco interesantes tetas de Dalia, la breve conversación entre ellos, las inminentes lágrimas en la cara de ella, la huida, la aparición repentina de José, la insatisfacción de su jefe ante un coito interrumpido precozmente, pero por sobre todas las cosas, Mariano rememoraba (si es que los sentimientos se pueden revivir con la memoria) su propia satisfacción y felicidad al ver el espanto en el rostro de la trainee.

Era un sentimiento no sólo intenso sino también perdurable, que parecía trascender esas reacciones químicas propias del cerebro que inyectan adrenalina y dopamina en cantidades generosas, pero sólo durante un breve instante de tiempo. Después de muchos años, Mariano volvía a sentir euforia, como ese día cuando le contaron que una gráfica que él había hecho junto a su dupla había ganado el Bolígrafo de Tungsteno en el Festival de Internacional de Publicidad, Artes Visuales y Afines de Katmandú.

Pero ahora era diferente, este sentimiento era mucho más auténtico, más que nada debido a que aquella gráfica ganadora había sido idea de la dupla de trainees que por entonces trabajaba bajo la tutela de Mariano. Y ahí estaban otra vez esos pequeños seres llenos de ilusión, asombro, miedo, inseguridad, hambre, creatividad y también plata, ya que resulta absurdo trabajar gratis para compañías multinacionales con ganancias estratosféricas (y muchas veces en moneda extranjera) que aún así siguen pichuleando los ajustes por inflación. Ahí estaban de nuevo los trainees, esas pequeñas sanguijuelas que aparecen en las agencias por recomendación de extraños conocidos para "optimizar costos" y tirarles los laburos que ya nadie quiere hacer. Ahí los ves, vagando por la agencia tratando de perder la menor cantidad de dinero posible (trabajan gratis -¡vaya paradoja!-, por lo que deben solventar su transporte y alimentación), aprovechando el café de máquina gratis, las hojas A4 sin usar, las medialunas que sobran en el departamento de cuentas (y que por una extraña razón nunca llegan al departamento creativo), los sanguchitos que quedan mordidos después de las reuniones, los tuppers olvidados, los yogures a punto de vencer, las esporádicas cervezas y pizzas de trasnoche.

Ahí están. No, en serio, ahí están los trainees, entrando a la oficina de José, listos para su bautismo de fuego. El mismo fuego que terminará por quemarles la cabeza en poco menos de 3 meses, siempre y cuando Mariano se los permita.

5 minutos más tarde, y con un entusiasmo previsible, la nueva dupla de servidores de café, buscadores de "refes" y trasnochadores sin sentido sale de la oficina de José y se dirige directamente hacia el escritorio de Mariano, quien con el típico y muchas veces inentendible humor de los redactores bautizó a su mueble como "escrotorio". Así al menos podía dejarles claro al resto que él no era judío.

Los trainees saludan a Mariano tímidamente:

- Hola, somos la nueva dupla creativa. Mi nombre...
- ¿Perdón? - interrumpe Mariano. - ¿Creativa, dijeron?
- Eeeh... sí. - respondió el más pequeño, que obviamente era el redactor (estadísticamente los redactores son más bajos que sus duplas).
- Bueno, primero muéstrenme sus trabajos y después les digo si son creativos o no. - se burló Mariano socarronamente.
- Je, sí. - rieron a dúo, incómodamente.
- Esperen... ustedes tienen una entonación especial ¿no son argentinos? - interrogó Mariano, preocupado.
- No, por supuesto. - dijo el más alto, el director de arte. - Somos hondureños.
- Sí, vinimos a Buenos Aires a estudiar creatividad... - esbozó el compañero.
- Jajajaja. - Mariano rompió en carcajadas. - Muchachos, la creatividad no se estudia, se ejercita, se practica, se posee, en última instancia.
- Bueno, claro, pero es que aquí hay mucha gente creativa. - respondió el dire de arte, nervioso.
- Tenés razón, en Argentina hay mucha gente creativa, como los contadores de la agencia por ejemplo. - retrucó Mariano, sarcástico.

Al ver que la dupla no entendía el chiste, Mariano cambió súbitamente de tema.

- Che, y díganme ¿cómo consiguieron entrar a esta agencia?
- Pues, a través de un contacto en la escuela. - dijo el dire de arte, orgulloso.
- Ah ¿algún compañero de la secundaria que se vino a vivir acá? - respondió Mariano, incrédulo.
- No, de la escuela de creativos. - aclaró el redactor.
- Aaaah... cierto que ustedes estudian "creatividad". - Mariano, con su ya ejercitada ironía, hacía con los dedos esa estúpida señal de "comillas". - Bueno, díganme entonces en qué los puedo ayudar.
- Bueno, José nos dijo que tenías un brief para pasarnos.- dijo el dire de arte, con seguridad.
- Eeeeh... sí, claro - Mariano dudaba, pero por dentro ya sabía lo que iba a hacer.

A continuación, nuestro querido (?) sociópata publicitario procedió a entregarles a los chicos un brief que desde hace un tiempo tenía escondido en la parte inferior de su pila de papeles (la mayoría de los cuales eran impresiones de libros en formato .pdf que a Mariano le gustaba leer en el bondi, en los trayectos de ida y vuelta al laburo). Era ese tipo de brief con el que todo Senior sueña, pero para poder encajárselo a una dupla Junior o trainee. Un brief rompecocos, rompehuevos, rompeolas y, por sobretodo, imposible de entender.

- Acá tienen chicos. - dijo, mientras les entregaba un papel que claramente había sido un bollo con anterioridad. - Hay que pensar ideas para una campaña de una marca de canelones precocidos y congelados. "Canelonguis" creo que se llama.
- Ok. ¿Y sabes si es una campaña ATL, BTL o Digital? - preguntó, curioso, el redactor.
- ¿De qué me estás hablando, pibe? - Mariano no pudo contener su ira, aunque era un poco sobreactuada. - Te estoy pidiendo IDEAS, no una planificación de medios. Las ideas no son ni ATL, ni BTL, ni Digitales. ¡Son I-DE-AS! ¡Ahora váyanse a pensar antes de que me enoje más y le diga a José que los raje! Ah... y no quiero 20 ideítas más o menos que demuestren el poco criterio que tienen ¡quiero una sola gran IDEA! ¿entendieron? - Mariano pensó que podría haber sido un gran emperador, de haber nacido un par de siglos antes.

La duplita no dijo nada, se dieron vuelta y comenzaron a buscar un lugar cómodo para sentarse a pensar. Como la política de la empresa era la de mantener un "espacio sustentable", todas las posiciones y escritorios estaban sobrepobladas, así que no encontraron ningún rincón libre y se fueron a pensar a un bar, creyendo que luego podrían pasar los tickets y recobrar el dinero gastado en consumiciones. Pobres ilusos.

Eran ya casi las 18.30 hs y Mariano comenzaba a desesperarse, no había tenido novedades de la duplita caribeña y ese día quería irse a horario, sí o sí. De repente, divisó a los hondureños entrando por la puerta. Sus rostros denotaban una mezcla de miedo, bronca y resignación. Se acercaron a Mariano, de manera tímida.

- ¡Por fin chicos! Ya creía que habían renunciado como la chica que estaba antes que ustedes. Algún día les voy a contar la historia. Bah, si todavía siguen acá. - Mariano disfrutaba. - Bueno, a ver, cuéntenme.
- Bueno, el brief era bastante complicado, básicamente porque nos solicitaban pensar en una campaña de banners rich media... pero para diarios y revistas de alcance nacional. - comentó el redactorcito.
- Ajá... ¿y cuál es el problema? - replicó Mariano, irónico.
- Pues, que los banners rich media son para internet, son animaciones... eso no se puede implementar en medios gráficos. - el dire de arte intentaba justificarse.
- ¿Y a mí que me importa? El cliente nos pidió que resolviéramos un problema comunicacional. Nosotros no podemos ir y presentarle un nuevo problema, tenemos que ir con una respuesta. Una respuesta creativa. Eso, mis niños, es una IDEA. - Mariano se regocijaba cada vez más con la situación.
- Entiendo, pero es que... - el redactor también intentaba justificarse.
- Bueno chicos, en media hora me voy - interrumpió Mariano, impaciente. - ¿Qué tienen para mí?
- Pues... la verdad... - el redactor no sabía cómo explicar que no pudieron generar ni una sola idea a partir de ese brief maldito.
- Entiendo. No tienen nada. - cortó por lo sano Mariano. - Se van a tener que quedar a laburar hasta tarde, mañana hay que mandarle puntas al cliente. Lo lamento. - pero no lo lamentaba.
- Bueno, si hay que quedarse, nos quedaremos. - el dire de arte, dispuesto a todo con tal de poder conseguir en unos meses un sueldito en blanco.
- Perfecto chicos, nos vemos mañana. - Mariano reía por dentro.

Al día siguiente, Mariano llegó temprano a la agencia, a eso de las 11.30 hs. Lo primero que vio al entrar en la oficina fue a los trainees durmiendo en el suelo, en posición cucharita. El redactor abrazaba al director de arte por detrás. La metáfora se puede aplicar al trabajo también. Sigilosamente, para no despertarlos, Mariano se sentó en su "escrotorio", prendió la compu y, muy silenciosamente, movió el mouse. Abrió el iTunes y seleccionó la canción "Fucking Hostile" de Pantera. Se aseguró de que el volumen de los parlantes estuviera al máximo y cliqueó dos veces sobre el nombre de la canción.

Los hondureños creyeron que habían despertado en medio del infierno y que una banda de querubines satánicos intentaban desgarrar sus tímpanos con una música terrorífica. Cuando pudieron recuperarse del impacto, se pusieron de pie y lo vieron a Mariano, plácidamente sentado y sonriendo.

- Buenos días chicos. - saludó Mariano alegremente. - ¿Tienen algo para mí?
- Buen día, estuvimos pensando casi toda la noche... pero bueno, sí que tenemos una gran idea, como nos pediste. - el redactor intentaba vender lo imposible.
- A ver... - Mariano estaba listo para reírse.
- La idea es tomar una animación como las de los típicos rich media banners y dividirla por escenas, como si fueran los frames de una película. - el redactor se había envalentonado.
- Ajá... - dijo Mariano, escéptico.
- Vamos a imprimir un frame en cada una de las páginas del periódico, de manera tal que la gente, al pasar las páginas rápidamente...
- ... como en los flipbooks... - el dire de arte no se quería quedar afuera.
- ... pueda ver la animación final. - completó Mariano, con desgano.
- ¡Exacto! - el redactor no podía más del entusiasmo.
- Eeeeh... está bien... habría que buscarle una vueltita de tuerca más... - a Mariano le gustaba la idea, pero no quería alentar a los trainees, así que se hacía el escéptico.
- ¡¿Qué?! - gritaron casi a dúo.
- Lo que escucharon muchachos, la punta está bien, pero le falta un poco más de impacto, interacción, engueichment... esas boludeces con las que todos los creativos se llenan la boca hoy en día. Aparte lo veo un poco caro eso de pautar en toooodas las páginas de un diario. No sé si al cliente le va a cerrar. - Mariano sentía una fiesta en su interior.
- Pero... pero... - el dire de arte había ocultado muy bien su tartamudez, al parecer. - Estuvimos toda la noche trabajando...
- ... y la idea es innovadora... ¡cumple con el brief! - el redactor apoyaba a su compañero.
- Eso muchachos. Cumple. Pero nada más. No sorprende, es cara, le pedís un esfuerzo extra al consumidor... mmmm... no la veo todavía. - el goce en Mariano era máximo.
- Está bien, entendemos. ¿Podemos dormir un rato más? Estamos muy cansados aún. - replicó el redactor, suplicando clemencia.
- Miren chicos, ustedes ya son gente grande... la presentación es en 2 horas. Hay que ir con la idea bien contada y bajada, eso incluye diseño, al menos 3 variantes de texto, y sería genial si pudieran armar un gif animado mostrando el efecto "flipbook"... fíjense cómo se organizan. Lo dejo a su criterio. - el clímax había arribado al hipotálamo de Mariano.
- Ok, vamos a seguir trabajando entonces. - el dire de arte ya estaba resignado. - Una pregunta más ¿sabes a quién debemos darles los tickets para que nos devuelvan el dinero de la cena de anoche y del bar?
- Claro, dámelos a mí, que yo los canjeo y luego les doy una parte del dinero. - Mariano sabía que la agencia, desde aquella "fiesta dionisíaca" en la terraza, no pagaba más tickets de comida, pero tampoco quería ser tan cruel con los chicos.
- ¿Cómo una parte? - el dire de arte, una vez más, no podía creer lo que escuchaba.
- Claro ¿no les dijo José? Como trainees, ustedes se llevan el 15% de sus tickets, el resto lo repartimos entre los "jerarcas". Esto fue siempre así, y no sólo acá, sino en todas las agencias del país. ¿No le enseñaron eso en la escuelita de creatividad? - ironía al máximo.
- Eso es muy injusto. - dijo el redactor, a punto de llorar.
- Chicos, las reglas no las hago yo. Si quieren, ahí tienen la puerta. Ya saben qué hacer. - Mariano se tiró el lance.

Y como un verdadero milagro de la naturaleza, lo que Mariano esperaba desde que vio entrar a esa dupla caribeña por la puerta se cumplió: los dos trainees se dieron media vuelta, enfilaron hacia la puerta, cruzaron el marco y se fueron... para no volver jamás. El portazo que dieron aún hoy retumba en el interior de la oficina creativa.

Segundos después, la figura de José atravesó esa misma puerta. Se dirigió derecho hacia el puesto de Mariano y, medio somnoliento,  le preguntó:

- Che ¿y los hondureños donde están?
- Acaban de renunciar. - Mariano ya estaba un poco más tranquilo.
- Qué cagada... - José se mostraba decepcionado. - ¿Te dieron los tickets al menos?
- Sí, claro. 
- Bueno, cuando los cobres acordate de darme mi parte.
- Hecho, jefe.
- Bueno, voy a ver qué hago... voy a tener que conseguir un par de trainees nuevos.
- Así parece.
- Los pendejos ahora son todos unos blanditos. No están hechos para la Publicidad.
- Ni que lo digas.

Una vez más, Mariano acababa de comprobar lo que decía su jefe. Pero aún quedaban un par de pruebas más.

Continuará.

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